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Liderar la Transformación Digital, una apuesta por la igualdad.
Por: Beliza Petit
De acuerdo con un informe de la ONU, publicado en su portal web, las mujeres y las niñas representan la mitad de la población mundial y también, por tanto, la mitad de su potencial. Sin embargo, la desigualdad de género persiste hoy en todo el mundo y provoca el estancamiento del progreso social. Líderes mundiales, se reunieron en 2015 y activaron la Agenda 2030: un conjunto de 17 objetivos para el desarrollo sostenible, conocidos como ODS. Estos objetivos son una oportunidad para que los países puedan caminar hacia un mundo mejor. Uno de los objetivos de la Agenda que hoy quiero mostrarles es el número 5, que es “La igualdad de género”. Y justamente este tema es el que hoy nos mueve a escribir.
En respeto a mis valores y mis principios, debo decir, antes que todo, que creo en las mujeres, en su inmensa capacidad de aprendizaje, de superación, de pensar y hacer grandes cosas. De este modo, pienso que no debemos pelear un puesto en la sociedad, porque creo que ese puesto ya nos pertenece, que nadie debe llegar a darnos nada. Sin embargo, a este punto, me queda claro que, a pesar de que es mucho lo logrado, gracias a grandes e históricas luchas, hoy me parece sumamente importante hablar de igualdad. Una igualdad liberadora, que tenga pues la capacidad de hacernos libres de estar en la posición que se quiera estar, no solo las mujeres, sino las mujeres y los hombres, ya que justamente la bandera es: la igualdad.
Y creo que lo que hemos logrado hasta ahora es la oportunidad de estar en espacios en los que históricamente han estado solo los hombres. Hoy, un buen número de mujeres ya ha logrado un liderazgo en el ámbito político, social y económico, aunque mucho queda por hacer. Ahora la gran pregunta es: ¿cómo lograr que los hombres quieran ocupar nuestros espacios? Ése, en mi opinión y salvo mejor criterio, es el gran reto de hoy, y no solo porque los hombres no estén dispuestos a hacerlo, sino porque además, las mujeres somos las primeras en no darle el justo valor a nuestra labor, a nuestro que hacer, un rol que históricamente se les ha asignado a las mujeres, pero que si pretendemos alcanzar una verdadera igualdad, es preciso que los hombres también puedan participar en ellos.
El problema de la humanidad es que cuando diferenciamos, establecemos ciertas jerarquías, y en esas jerarquías es donde impera la necesidad de luchar por la igualdad. De manera que mi posición a estos temas feministas es que veo y entiendo que ya las mujeres hemos logrado lo que merecemos, con ciertas tareas de la humanidad pendientes. Pero ¿cuándo nos enfocaremos en educar a los hombres? Las mujeres lo que hemos hecho hasta ahora, en gran medida, es repetir el comportamiento de los hombres, en llegar a espacios que solo estaban diseñados para ellos, y con esto alcanzar “la igualdad.” Y me pregunto ¿cuál igualdad? La verdadera igualdad y el reto que hoy como humanidad tenemos es que ahora los hombres quieran hacer lo que hacemos las mujeres. Difícil tarea.
Quiero contarte mi historia: soy abogada, titulada muy joven, con solo 21 años, y justo el mismo día que recibo mi título, mi hija cumplía 1 mes de nacida. Mirarla a ella y mirar a mi título, era un 3 y 2. Me tocaba decidir rápidamente qué iba a hacer con mi vida: dedicarla a esa niña tan pequeña, indefensa, y que me hacía tan feliz o salir cada mañana a luchar por mis sueños: ser una gran abogada. Tenía muy claro que para serlo, debía trabajar mucho. Mi elección fue la que tomamos muchas mujeres: el hogar y la niña a dedicación exclusiva. Debo decirles que fui inmensamente feliz, disfrutar cada minuto de mi niña me hacía feliz. Pero miraba mi título y a mis padres (que tanto lucharon por él) y me preguntaba: ¿cuándo será? Por fortuna era una pregunta que siempre estaba presente, pero que aún no generaba frustración, pues para ser honesta, la profesión en mi país, ya desde entonces venía padeciendo una crisis inédita, con lo cual decía: no me estoy perdiendo de mucho. Esta crisis la vivía de cerca, pues mi esposo es un gran litigante que desde antes de titularse, ya se conocía cada Tribunal de la Ciudad. Hoy es uno de los mejores abogados jóvenes que conozco, con un talento increíble y con un gran camino por delante. En él pude ver y vivir una profesión en crisis, en decadencia y en ciertas temporadas, en colapso. Por ello, en uno de esos colapsos, decido pedirle a mi esposo que me haga un documento para registrar una empresa de Delivery al mayor, la cual lleva por nombre Delivery Mayor, con un concepto de negocio de conectar a fabricas con pequeñas y medianas empresas de la localidad, un trabajo al que solo debía dedicarle pocas horas y que en buena medida hacía desde casa, con la niña. Me fue muy bien, hacía de todo un poco: de vendedora, de administradora, de jefa. En esas labores, logré además crear un vínculo con los dueños de esas pequeñas y medianas empresas, con lo cual iban enterándose que, además de ser una vendedora, administradora y jefa de la empresa de Delivery, era abogada. En mi país, a las abogadas nos llaman Doctoras, y a los abogados Doctores (un tema cultural), y llegó un punto en el que, en todos los negocios comencé a ser: la doctora. Fue entonces, luego de conocerlos más, cuando descubrí que había una necesidad, y es que todas estas pequeñas y medianas empresas necesitaban algo: un abogado corporativo, que no solo se dedicara a hacer algún documento puntual sino que además pudiera entender el negocio, dedicarse a él y ajustarse a sus verdaderas necesidades legales.
Sin pensarlo dos veces, miré una oportunidad, me preparé en asuntos de Derecho Mercantil, y comencé a ser la abogada de muchos de ellos, siempre con el apoyo y asesoría de mi esposo Omar de Dios, que ya tenía años de carrera y experiencia. Luego de todo esto, me siento lista y preparada para emprender un nuevo camino, que por cierto le llamo camino, inspirada en ese poema de Machado que reza: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar.” Y en contra de todo pronóstico, y muchas veces en contra del “tío mentor” (que era Omar de Dios) decidí lanzar Corpoiuris: un emprendimiento jurídico liderado por una mujer, joven, con recursos limitados, con escasas posibilidades por la situación del país y con un alto riesgo de fracaso. Pero nada de esto me detuvo, pues mi determinación me llevó a hacerlo y a sostenerlo, y supe que lo lograba porque había algo que me despertada y se llama: pasión. Si tenemos eso, lograremos todo lo que nos propongamos.
Desde entonces, como mujer y abogada comencé a liderar un proyecto dedicado a pequeñas y medianas empresas que sigue siendo tan pequeño como prometedor, pero que en tan poco tiempo me ha dado de todo. Uno de los tesoros que me ha regalado es: el reconocimiento. La posibilidad de poner mis conocimientos y mis servicios al alcance de personas que, a través de ello logran alcanzar sus sueños al legalizar sus emprendimientos, de sentir la tranquilidad de tener a una abogada que les guíe en el paso a paso y poder vivir con ellos esa felicidad que da el crecer y progresar. Solo quienes emprenden entenderán de lo que hablo en este punto. Nuestro eslogan es: tu proyecto es nuestro proyecto, y más que un simple eslogan, es una promesa. Cada proyecto lo asumo como propio, lo comprendo y lo visualizo desde lo que es hoy pero también desde lo que puede llegar a ser y con base en ello creo documentos que les permitan crecer.
Cuando hablo de reconocimiento, me refiero no solo a todos esos clientes que hoy me miran y me dicen: gracias. Sino también a eso que siempre recuerdo con cariño que es que familiares, amigos, colegas, representantes del colegio de la niña y todos en general, me apoyen, me recomienden, y me digan: “qué bueno eso que haces.” Y con esto recuerdo el pasado 23 de junio, Día Nacional del Abogado en mi país Venezuela, en el que recibo una llamada de uno de los Diarios Impresos más importante de la región, para proponerme una entrevista por el Día del Abogado, y me sentí no solo dichosa sino además: reconocida. En esa página veían a una mujer, que desde su profesión, aportaba un granito de arena a la sociedad, siempre con la intención de transformar.
Sin dudas, eso trasmitía un mensaje a muchos. Recuerdo que cuando compartí el enlace de la entrevista con mis colegas, les dije, textualmente: “Cuando recibí la llamada del Diario Nuevo Día para ofrecer esta entrevista por el Día del Abogado, fui feliz. En medio de tantos colegas, de tantos expertos, de tantos juristas con experiencia, trayectoria y una vida profesional intachable, he sido escogida, no por ser la mejor entre ellos, sino para mostrar lo que somos a través de mi pasión, de mi trabajo.”
Y justo, este es mi deseo con estas líneas que he escrito: mostrar, por igual, a los hombres y las mujeres que me leen, que siempre existe una oportunidad para mostrarnos. Hoy tenemos una grandiosa: la digitalización. Esto es la oportunidad de mostrarnos, de consolidar nuestros proyectos, de plasmar un propósito en nuestra profesión y sobre todo las mujeres, de decidirnos a ser líderes, a estar al frente de estos proyectos de innovación legal que con nuestros conocimientos y capacidades de liderazgo podamos impulsar para ocupar espacios de valor, en los que no sea nuestra pretensión quitar a los hombres para ponernos nosotras, sino que ambos tengamos la misma posibilidad de estar y liderar.
Por esta razón, Corpoiuris además, tiene una línea de formación a través de la Academia Corpoiuris en la que nuestro gran sueño es impulsar y promover la transformación digital en el sector legal, teniendo como ruta la formación en habilidades digitales para juristas. Con esto hemos logrado capacitar e inspirar a mujeres de Venezuela y Latinoamérica a emprender en el sector legal, a creer en ellas, en su talento y en sus posibilidades. Además, hemos tenido la dicha de crear vínculos con mujeres de Latinoamérica y Europa, como lo es mi amiga Verónica Padrón, que también comparten esta visión de lograr un impacto positivo en todas las mujeres que tenemos un rol protagónico en el cambio y la transformación que vive el sector legal, una transformación con un alto componente tecnológico pero en la que, al final lo central serán: las personas, formar para transformar. Y creo que, las mujeres tenemos esa fuerza creadora que la profesión necesita. Por ello mi gran invitación con estas líneas es que: No dejes morir tus talentos. ¡Vamos!
Beliza Petit
Más sobre Legal Equality: https://adefinitivas.com/legal-equality/
16 de noviembre de 2021
Beliza Petit es:
- Abogada digital
- Diplomada en competencias para la docencia
- Fundadora de Corpoiuris
- Ayuda a emprendedores a legalizarse
- Project Manager en Tranformacion Digital de Organizaciones, Empresas y centros educativos.
- Alumna de la Universidad Austral de Argentina en estudios de Legaltech e innovación legal.