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T.E.U.

AD 23/2018

Twenty-foot Equivalent Unit

Queridos amigos, no se si recordaréis la saga de artículos anteriores. Si, esos que os explicaron más mal que bien la evolución histórica del comercio y el derecho marítimo, tengo buenas noticias, este es el último de ellos.

Haciendo memoria, habíamos llegado al siglo XX, cuando la transición del vapor al motor de explosión supuso otro salto en la evolución de la navegación. Se había logrado que los buques fueran como, cuando y donde quisieran sus armadores. Ahora pero, había surgido una nueva problemática. Eran buques muy grandes cuya carga se hacía prácticamente a mano. ¿Cuanto tiempo tardaríais en transportar 75 mil sacos de café desde el muelle hasta las bodegas de un barco? Mucho, demasiado. El tiempo es oro, los camiones se descargaban en los muelles y el buque era cargado con grúas o incluso con la fuerza de seres humanos o animales. Como decimos, una perdida total y absoluta de tiempo.

Eso mismo pensaba, hará poco más de 60 años, un señor cuyo nombre era Malcom McLean. El, que a base de conducir un camión logró llegar a ser un próspero transportista terrestre, pensó que sería mucho más fácil coger la caja de su vehículo de carga y depositarla directamente a bordo del buque que se deseara llenar de mercancías. Ya había propuesto a los ferrocarriles que se cargaran los camiones directamente encima de los vagones. Le trataron de loco y decidió probar suerte en el mar. Y la suerte vino y cambió el mundo del transporte.

McLean inventó diversos modelos de “cajas” metálicas que podían ser cargadas en los buques mediante grúas. Los agentes del armador y los propios cargadores se encargarían de introducir las mercancías en estas cajas para luego, simplemente, ser llevadas a bordo. El modelo de contenedor que se demostró más eficaz resultó ser el de 35 pies de largo por 8 de ancho y 8 de altura. Este modelo ha sufrido modificaciones por orden de las Normas ISO, que lo estandarizan en 20 o 40 pies. De ahí el nombre T.E.U. Twenty-food Equivalent Unit (Unidad equivalente a veinte pies), la medida cúbica en la que se basa el mundo marítimo actual (en temas referentes a los buques portacontenedores). Y es que las ventajas del T.E.U. eran muchas: los buques ya no pasaban semanas enteras en puerto esperando a ser cargados, bastaban unas cuantas horas. El precio de los fletes cayó en picado, pues era posible transportar más cantidad de mercaderías en un mismo buque a más velocidad. Para dar unos cuantos datos al lector, el precio medio por tonelada antes del T.E.U. era de 6 dólares. Con el contenedor se pagaba a 16 centavos. Un buque medio de mediados de los 50′ podía cargar 10.000 toneladas a una velocidad aproximada de 16 nudos. Con el T.E.U. podía cargar 40.000 y navegar a 24 nudos. Simple y llanamente, no se podía competir de forma alguna contra este nuevo sistema.

El contenedor ha experimentado una larga lista de mutaciones a lo largo de estos 60 años de vida. Los hay abiertos, cerrados, refrigerados, abatibles, descapotables, sin paredes, reforzados, más largos, más cortos, más altos… incluso hay contenedores que pueden transportar mercaderías líquidas. Y claro, esto ha cambiado totalmente el panorama marítimo mundial.

Los puertos han tenido que adaptar su logística al transporte mediante contenedores. Se han inventado gran cantidad de grúas para poderlos manipular, se han habilitado instalaciones portuarias concretas en la mayoría de las costas del mundo destinadas únicamente a la carga, descarga y almacenamiento de T.E.Us. Incluso se ha implementado en el mundo del ferrocarril y no digamos ya en el transporte por carretera. “El contenedor ha hecho que el transporte no sea ya de puerto a puerto, sino de puerta a puerta.” A demás, se ha redescubierto el factor técnico-financiero de la economía de escala. Un buque puede aumentar significativamente su tamaño sin que el gasto de combustible se incremente en esa misma medida. Ello significa que sale abiertamente más rentable tener buques grandes que buques pequeños (el problema será ahora llenarlos, pero de esto hablaremos en otro artículo). Así pues, si los primeros buques portacontenedores podían cargar entre 50 y 100 T.E.U. los navíos que surcan hoy en día los mares pueden cargar ya más de 20.000, VEINTE MIL, contenedores. Hay proyectos de construcción de buques que podrán cargar más de 25.000… Es inimaginable en cualquier otro ámbito de la industria, solo podía pasar en el mar.

Obviamente pero, no todas las mercaderías son transportadas mediante contenedores. Los graneles sólidos y líquidos como el carbón o el crudo, por ejemplo, viajan a bordo de buques especializados en dichas cargas. Bulk Carriers (graneleros), Petroleros, Buques Gaseros GNL, Ro-Ro, Ro-Pax y demás se reparten el mercado marítimo junto con los buques portacontenedores. Lo cierto es, pero, que el T.E.U. otorga otra ventaja frente a todos los demás tipos de barcos, y es que un portacontenedores puede perfectamente llevar y de hecho suelen hacerlo, una variedad tal de mercancías que le permite protegerse frente a crisis de determinados productos. Desde zapatos a coches de ultralujo, pasando por vino de Sudáfrica y gambas congeladas de la más alta calidad, todo lo pueden.

Son el futuro, la mayoría de los objetos de vuestras casas y vuestras prendas de ropa han viajado a bordo de estos buques. La multimodalidad ha impuesto su ley, ha venido no solo para quedarse, sino para superarse. En un futuro basado en la comunicación y en la capacidad para hacer llegar cualquier cosa a cualquier lugar del globo, parece mentira que el T.E.U. solo acabe de iniciar su travesía.

Atte. Nicolau Vidal del equipo de A definitivas.

Palma, 16 de abril de 2018

1 comentario en “T.E.U.”

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