AD 127/2020
No toda tecnología es innovación
Resumen
La Cuarta Revolución Industrial también está teniendo lugar en el sector legal y es un buen momento para parar a reflexionar y plantearnos la verdadera innovación que trae la tecnología a nuestras vidas como profesionales jurídicos. Se exponen los diferentes aspectos que comprenden una innovación efectiva, que no siempre tecnológica.
Palabras clave: LegalTech, Innovación, software, facilidad de uso, Legal Design, experiencia de usuario, innovación tecnológica, innovación no tecnológica
No toda tecnología es innovación
El Profesor Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), explica que estamos al comienzo de la Cuarta Revolución Industrial, revolución que cambiará la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos unos con otros.
Claramente, dicha revolución también está teniendo lugar en el sector legal, en el que cada vez proliferan más y más soluciones tecnológicas al servicio tanto de profesionales legales como de empresas. En España, incluso se habla de este 2020 como el año de la consolidación de la Legaltech en España, conforme a María Jesús González-Espejo (experta en LegalTech y una de las mujeres más influyentes en 2020 en el mundo de las Legaltech).
En este sentido, este sería un buen momento para parar a reflexionar y plantearnos la verdadera innovación que trae la tecnología a nuestras vidas como profesionales jurídicos, puesto que indiscutiblemente ya ha modificado gran cantidad de las interacciones en nuestras vidas personales.
Para ello, tenemos que diferenciar la tecnología de la innovación – aunque muchas veces estas vayan de la mano, no toda tecnología es innovación, ni toda innovación es tecnología.
“No toda tecnología es innovación, ni toda innovación es tecnología.”
No toda tecnología es innovación
No toda tecnología es innovación, o más específicamente para nuestro caso, no toda tecnología legal (o LegalTech) es innovación.
Cuando hablo de LegalTech me refiero al uso de la tecnología y de softwares en el sector legal, así, en su sentido amplio, sin limitarlo a la comercialización y prestación de servicios legales. De esta forma, abarco también las soluciones al servicio de las empresas y no solo las enfocadas a la abogacía, tales como las plataformas de gestión y automatización de contratos para PyMEs.
En base a mis años de experiencia como Ingeniera Legal en estas plataformas, y en particular en el área de blockchain y smart contracts, la facilidad de uso de un producto es la primera parte de la ecuación para que una tecnología pueda considerarse realmente una innovación.
Facilidad de uso del producto
“Usability (…) is the extent to which a product can be used by specified users to achieve specified goals with effectiveness, efficiency, and satisfaction in a specified context of use. Effectiveness is fundamental as it is about achieving the intended goal(s).”
(ISO 9241-11)
En el sector legal, los profesionales que usan softwares no pueden permitirse perder más tiempo que el necesario intentando hacer funcionar la solución tecnológica que han contratado. De hecho, un producto que no sea fácil de usar, a pesar de la maravillosa tecnología que lo impulse, no sólo no incrementa la eficiencia de la usuaria sino que, al contrario, puede llegar a reducirla.
La startup americana Monax sirve de ejemplo, la interfaz de usuario de su plataforma de gestión de contratos no estaba adaptada para un usuario medio, a pesar de contar con una poderosa infraestructura tecnológica (incluyendo blockchain y smart contracts). Dar por sentado que la tecnología iba a “venderse sola” por ser innovadora, y obviar la usabilidad del software, es lo que ha ralentizado el crecimiento de la plataforma.
Para hacer un producto fácil de usar, tendríamos que pasar a hablar del Diseño Legal, más comúnmente conocido por su denominación anglosajona, Legal Design.
Legal Design
Hablar de Legal Design es hablar de la experiencia del usuario, es enfocarse en las necesidades del mismo y hacer que los productos no sean solamente útiles pero también atractivos para el usuario final.
“Legal Design is an innovation approach — that means focusing on the humans within the legal system to understand where the crucial breakdowns in the system right now exist — and to make the creative leap to define what a better system might be.”
— Margaret Hagan, directora del Legal Design Lab en Stanford Law School
En ese sentido, no es tan relevante la tecnología como el cambio positivo que puede traer a quienes lo usan en el sector legal. Un ejemplo que me encanta mencionar aquí, aunque no se trate de LegalTech, es la tecnología del GPS. El GPS es un sistema con un funcionamiento muy complejo, pero es un concepto fácilmente asimilable por parte de un usuario medio: con un par de clics cualquiera puede conocer su localización exacta, así como trazar los desplazamientos más adecuados. Al fin y al cabo, el usuario final no necesita conocer cómo funciona el GPS.
De esta forma, el usuario final tampoco necesita conocer cómo funciona el blockchain/los smart contracts/la inteligencia artificial/[insertar tecnología innovadora]. Lo que le debe preocupar al usuario es que la tecnología que esté contratando, de verdad brinde la innovación que busca.
Una vez que estos dos componentes están presentes en el producto, tenemos que pasar a analizar la otra parte de la ecuación: el usuario.
El usuario
“La tecnología solamente es tan buena como quien la utiliza”, me comentó León Fernando Del Canto, el primer Barrister español en Reino Unido, con quien trabajo actualmente en algunos proyectos de tecnología legal a nivel internacional. Y tiene razón.
Desde mi primera experiencia profesional he estado intrínsecamente promoviendo la implementación de herramientas conocidas (e.g.: Microsoft Office) o existentes (software de gestión de bufetes, software de gestión de tareas y proyectos, servicios de alojamiento de archivos online, etc.). Y desde mi propia experiencia he visto cómo, incluso tras impartir tutoriales a mis compañeras y compañeros sobre el uso de dichas herramientas, no todos han sabido implementarlas en su día a día.
De esta forma, muchas veces se realiza una considerable inversión económica para implementar tecnologías legales con la intención de brindar innovación en la empresa, pero, desafortunadamente, quienes las usan no realizan un correcto uso de las mismas, ya sea por falta de promoción por parte de la propia empresa, por desconocimiento de su uso, o incluso, por desgana.
Solo cuando contamos con las dos partes de la ecuación, producto y usuario, bajo las mencionadas condiciones, conseguiremos que realmente la tecnología signifique innovación. Mientras no salgan los cálculos, recomiendo seguir apostando por la innovación, aunque ello no siempre implique apostar por una tecnología “innovadora”.
De hecho, una herramienta tecnológica solo se puede implementar de forma efectiva si se ha realizado un trabajo previo de análisis de recursos y procesos ya existentes, así como un trabajo de reorganización. Estos son ejemplos de innovación no tecnológica, concepto que tratamos en la siguiente sección.
“La tecnología solamente es tan buena como quien la utiliza.”
No toda innovación es tecnología
“Innovar es utilizar el conocimiento, y generarlo si es necesario, para crear productos, servicios o procesos, que son nuevos para la empresa, o mejorar los ya existentes, consiguiendo con ello tener éxito en el mercado.”
(Manual de Oslo 1997)
Vaya por delante que soy una completa apasionada de las nuevas tecnologías y que soy la primera que quiere verlas implementadas en el día a día en las empresas. Pero en caso de existir barreras en dicha implementación, ya sea en el producto o en el usuario, siempre recomendaría primar la innovación sobre la implementación de dichas tecnologías.
Cuando hablo de innovación, del latín in- («estar en») y novus («nuevo»), hablo de generar novedades en aras de la utilidad (capacidad de servir para un fin determinado), eficiencia (capacidad para cumplir una función), usabilidad (facilidad de uso) y progreso (mejoras y avances). Solo cuando se presentan estos cuatro ingredientes, nos encontraremos ante una innovación efectiva.
En ese sentido, antes de embarcar en la búsqueda o contratación de la herramienta con la tecnología más innovadora, lo recomendable sería analizar qué procesos y qué herramientas ya existentes se podrían optimizar. Solo después de identificar el proceso actual se pueden analizar las necesidades por cubrir y, a partir de allí, diseñar las nuevas políticas y procedimientos de mejora.
Estas forman parte de las innovaciones no tecnológicas. Siendo dos los tipos de innovación no tecnológica los que diferencia El Manual de Oslo: 1) Innovación comercial o de marketing, mediante la introducción de nuevos métodos de comercialización, e 2) Innovación organizativa, mediante la introducción de nuevas metodologías en el funcionamiento del negocio. Si no se dispone internamente del conocimiento adecuado para la implementación de las mismas, siempre se puede externalizar a través de la contratación de profesionales expertos en la materia.
En cualquier caso, la innovación no tecnológica no es excluyente de la innovación tecnológica. Y por ello, espero que durante los próximos años la innovación tecnológica se consolide en el sector legal a través de productos fáciles de usar por los usuarios finales, y que los usuarios cooperen en su correcta implementación, apoyándose también en las innovaciones no tecnológicas. Solo así, tecnología e innovación irán de la mano. Solo así, la Cuarta Revolución Industrial brindará una verdadera revolución al anticuado sector legal.
Chenxiao Hu Wu
18 de agosto de 2020

Sobre Chenxiao Hu Wu:
- Ingeniera legal
- Abogada Colegiada 9622 en ICAMálaga
- Programa Avanzado en LegalTech, UNIR
- Curso de especialización en Arbitraje, ICAV
- Máster en Abogacía, ICAMálaga
- Estudios en Derecho anglosajón, UMA
- Grado en Derecho, UMA
Linkedin: https://www.linkedin.com/in/chenxiaoh/