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«¡Hay que sacar ese barco de ahí de una P*** vez!»

AD 62/2018

ABSTRACT:

En el presente artículo se narra la historia del buque petrolero Prestige y se expresa la opinión del autor a cerca de la actuación de las autoridades, repasando algunos de los momentos clave en que su conducta e incluso actitud acabaron por desencadenar una tragedia comparable a la de Chernobyl.

PALABRAS CLAVE:

  • Prestige
  • Derecho Marítimo
  • Galicia
  • Marea
  • Negra
  • Desastre
  • Armadores
  • Buque
  • Petrolero
  • Petróleo
  • Gobierno
  • Dólares
  • Naufragio
  • Mar

Yo personalmente no lo recuerdo muy bien. Aun era pequeño y para ese entonces no miraba las noticias. Pero era, a su vez, imposible no enterarse. Los mayores lo comentaban nerviosos. Se veían imágenes: cormoranes enlutados de una sustancia negra y viscosa, playas de arena que parecían lodazales, mujeres y hombres llorando, tipos vestidos de traje nerviosos ante las cámaras, etc.

Todos sabemos la historia. Lo básico al menos. Un petrolero viejo se hunde frente a las costas gallegas liberando su carga en la mar. La marea lleva ese combustible hasta las playas y mata todo a su paso. Pero, ¿qué pasó realmente?

13 de noviembre de 2002. Son las 15:10, el capitán Mangouras, a cargo del buque petrolero Monocasco Prestige, con bandera de las Bahamas, siente un golpe muy fuerte en el costado de estribor de su buque. Pasados 10 minutos la escora del barco llega a los 40º. Solo 5 minutos después del golpe, si es que fue un golpe, se da el aviso a los servicios de rescate españoles para que les permitan refugiarse en un puerto. Diversos medios de salvamento se ponen en marcha. La previsión meteorológica es pésima, con vientos de hasta 90km/h. El buque se encuentra a 28 millas del Cabo Finisterre.

A las 18:10 todos los tripulantes salvo el Capitán, el Primer Oficial y el Jefe de Máquinas son evacuados a tierra firme. Acto seguido, el Capitán ordena llenar los tanques de lastre de babor para corregir la escora. Lo consigue, aun que el buque se ve sometido a una presión muy superior a la común. Hasta aquí todo “normal”, ahora empezamos con las cosas raras.

A las 18:30 el remolcador Ría de Vigo, de Salvamento Marítimo, se encuentra junto al Prestige. El caso es que, cuando un buque salva a otro evitando así que este sufra daños mayores, el armador del buque que necesitó ayuda debe pagar un porcentaje del valor salvado al armador del buque salvador. En el caso del Prestige, la recompensa por salvarlo podría ascender a varios millones de Euros. Era pues, un tema delicado. Así que si, en medio de un temporal de mil demonios, con el buque a la deriva y el remolcador al lado, los armadores se pusieron a parlotear y negociar cual sería el precio a pagar por el salvamento marítimo. Hasta las 21:02 no se llega a un acuerdo, que se establece en el 30% del valor del buque y la carga. El Capitán, por fin, se digna a ser remolcado.

Para entonces ya es demasiado tarde, el oleaje es tan fuerte que no es posible atar y mantener los cabos que deben unir las dos naves, más cuando la remolcada carece de tripulación. Otras naves más pequeñas llegan para apoyar la operación. Amanece, el temporal ha arrastrado al Prestige hasta la costa. Se encuentra a apenas 4 millas con la tierra a sotavento, la pesadilla de todo marinero. A las 8:30, dos de los pequeños remolcadores de apoyo logran sujetar el petrolero.

Se plantea remolcar el Prestige hasta el puerto de Vigo, a lo que la autoridad portuaria se niega rotundamente. Ni el gobierno autonómico ni el central quieren exponerse a los daños económicos que supondría mantener el puerto de Vigo cerrado durante al menos un año. Como no quieren contaminar una ría ni de forma controlada, prefieren arriesgarse a contaminarlas TODAS. Alguien toma la descabellada decisión de alejar el buque de la costa, seguramente el que en ese momento era Consejero de Pesca, el Sr. Veiga, que pronuncia la célebre frase: “Hay que sacar ese barco de ahí de una puta vez.” A las 10.30 el director general de la Marina Mercante ordena que el barco sea alejado de la costa.

El asunto se pone feo de verdad. El Capitán Mangouras ofrece poca o ninguna colaboración. Salvamento Marítimo prácticamente tiene que abordar el barco para conseguir que se enciendan los motores y se aleje definitivamente de la costa. Ahora que podemos ver los hechos con perspectiva, quizá es natural la actitud del Capitán, puesto que, objetivamente, la decisión de no llevar el buque a puerto era una absoluta barbaridad. Todos los ingenieros navales y oceánicos con los que he hablado del tema me lo han confirmado. Hay muy pocas posibilidades de que el buque se hubiera acabado hundiendo de haberlo llevado a una ría donde, con mucha facilidad, podrían haber establecido un triangulo de barreras anti polución.  Los daños hubiesen sido mínimos.

Pero el Prestige se aleja de la costa, iniciando así un peregrinaje que acabará con él. El barco navegaba rumbo norte. Se tiene constancia de que tanto el gobierno del Reino Unido como el de Francia se opusieron a ello. Cuando viraron a rumbo sur, el gobierno portugués hizo lo mismo. Interviene una empresa holandesa especializada en salvamentos. La única orden que se les da es la de alejar al máximo el barco de la costa.

Llega la noche del sábado 16 de noviembre. El gobierno no sabe que hacer. La Xunta no sabe que hacer. Los expertos hablan ya abiertamente de la posibilidad de que el casco del buque se parta. Desde los remolcadores llegan las mismas especulaciones.

Para entonces el fuel que va derramando el Prestige a lo largo de su camino ha empezado a llegar a las costas de Galicia. Desde el ministerio de fomento intentan negar la situación, alegando que son solo pequeñas manchas y que no habrá daños mayores.

La grieta del casco del Prestige es de 50 metros, pero no se hunde. El gobierno llega a alegar que “el problema ha entrado en vías de solución”. Algunos se cuelgan medallas, hay comités, cenas, verborrea, ineptitud, ignorancia, cinismo.

A las 8 de la mañana del martes 19 de noviembre el Prestige se parte en dos y se hunde a 243 millas de la costa gallega. El buque vierte más de 54 mil toneladas de fueloil pesado al mar. El gobierno lo niega una y otra vez alegando que son solo 4000. Mentiras. Mentiras y más mentiras. Alguien cree que la carga, al ser sometida a la presión del fondo marino, se solidificará. Los gobiernos central y autonómico vuelven a cacarear consignas sobre que no pasa nada. El Fueloil pesado M-100 no se solidifica, demasiado viscoso. Oscuridad, más cinismo. A Galicia le espera un «negro» porvenir.

La marea negra del Prestige afectó un total de 2000 km de costa, llegando a Portugal, España, Francia y Gran Bretaña. Se calcula que murieron más de 150 mil aves marinas. 300 mil voluntarios de toda Europa trabajaron durante años para lavar a mano cientos de playas y rías. Solo el coste de sellado y limpieza ascendió a 12 MIL MILLONES de Dólares. Este es el precio de la incompetencia. Esta es la lección que debemos aprender: nunca volver a dejar las instituciones marítimas en manos de irresponsables no comprometidos. Nunca volver a prescindir de peritos y técnicos en los primeros momentos de un siniestro de esta magnitud, pues son los instantes más importantes. Nunca volver a tolerar el cinismo contra el medio ambiente y el estilo de vida de una comunidad entera. Y sobretodo, no subestimar el poder de la mar NUNCA MAIS.

 

Atte. Nicolau Vidal Cubi, del equipo de A definitivas. 

Lunes 10 de septiembre de 2018

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